Entrevista: En busca de las perdidas infancias. La del compositor Joaquín Rodrigo.



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Transcripción de una entrevista realizada a Joaquín Rodrigo en Radio Madrid en el año 1948, con el gusto retro propio del periodismo de aquellos años.

LOCUTORA: Buenas tardes, querido Maestro. Tu infancia nos interesa mucho. Ya oíste la del gran pintor Vázquez Diaz. Pues ahora, la tuya, como de músico muy admirado, es la que vamos a relatar a los niños. Nos gustaría mucho que Cecilia, esta preciosa jovencita que es tu hija, tomara parte en la conversación. Pero, la dejaremos para otro día. Ella será parte activa de una charla con las hijas de los grandes personajes actuales. 

RODRIGO: Conforme, Florentina. Pregúntame lo que quieras, que yo te contestaré encantado. 

LOC: Gracias, Joaquín. ¿Cuándo naciste?

ROD: Un día 22 de noviembre, día de Santa Cecilia Patrona de los Músicos, en el año 1902, en Valencia. Mi primer sentimiento de orgullo se debe a esta circunstancia. Cuando años más tarde celebrábamos esta fiesta de Sta. Cecilia en el colegio, yo, que además, era el primer infantillo de la Capilla, me sentía feliz y algo vanidoso. Mi lugar exacto de nacimiento fue Sagunto, ciudad histórica como la que más.

LOC: Reúnes una serie de circunstancias maravillosas, Joaquín; como en los cuentos, tu nacimiento tiene grandes signos. 

ROD: Es verdad. Todos los niños conocen la defensa heroica de los viejos saguntinos, un poco griegos y aliados de Roma contra Anibal.

LOC: Me gustaría que me dijeras tus primeros recuerdos...

ROD: No son demasiado buenos, Florentina! Yo caí enfermo de la vista, y si bien tenía 3 ó 4 años me acuerdo muy bien de los berrinches que tomaba cuando me curaban...

LOC: ¿Te hacían daño?

ROD: Las anestesias locales no estaban al orden del día, y por lo tanto, yo reaccionaba ante las malas mañas de los médicos como un borrico, y les ponía como chupa de dómine. 

LOC: Y ¿no habrá ningún otro recuerdillo...?

ROD: Sí, sí. Los recuerdos más típicos son, sin duda, las prolongadas estancias mías en Barcelona, con motivo de ponerme en manos del célebre Dr. Barraquer, que no hacía daño!

LOC: ¡Qué prodigio! ¿Vivías en Barcelona días encantadores, verdad?

ROD: ¡Tú verás! Me instalaba en casa de unos amigos de mi padre que me parecían maravillosos porque tenían una infinidad de relojes, y porque en aquella casa se pasaba del cuarto de la izquierda al de la derecha sin necesidad de salir al descansillo de la escalera. Recuerdo que sólo había gas; por lo tanto, la luz en las habitaciones de dormir era con bujías que descansaban en unas palmatorias. 

LOC: ¡Cuánta cosa buena, eh!

ROD: ¡Otra cosa maravillosa era que de noche se atrancaban las puertas de aquella casa, con unas barras enormes de hierro! Esto me encantaba. Por último, todos los días pasaban los soldados con cornetas, tambores y música, por la puerta de la calle. Una verdadera delicia, Florentina. 

LOC: Lo comprendo. ¿Y no había niñas contigo?

ROD: Dos: Lolita y Paquita, de mi misma edad. No sé qué habrá sido de ellas!  Fueron mis primeras amiguitas... La verdad es que yo no les hacía demasiado caso, empeñado como estaba en ser un día conductor de tranvía. Porque ésta fue mi primera ilusión. 

LOC: ¿De veras? Es una sorpresa oir semejante cosa de labios de un compositor musical. 

ROD: Pues, así es. Aunque ya por entonces me gustaba mucho la música. 

LOC: ¿Qué edad tenías?

ROD: Cinco o seis años. Tocaba el tambor con destreza, y me impresionaba todo lo que oía; entonces, la música me producía un raro éxtasis. ¡Te advierto que cantaba muy bien yo por aquel tiempo!

LOC: No lo dudo. En eso se te parece también tu hija. ¿Y colegio; a qué colegio fuiste?

ROD: A uno muy popular, Florentina. Yo lo pasaba muy bien y estudiaba poco. Sin embargo, era el primero de clase. Ser el primero, no consiste tanto en uno mismo como en los otros. 

LOC: Tienes razón, amigo mío. ¿Por qué no lo entenderán así todos? En vez de dedicarse a “envidiar” al primero de todas las actividades, ¿por qué no pensarán que ese primero no existiría si cada uno procurara serlo por medios lícitos? Así, el mundo, en lugar de una minoría muy chiquita, de primeros, ¡sería una mayoría de hombres valiosos todos por igual!

ROD: De acuerdo. Por aquellos días se me despertó también una afición irresistible por las Letras.  Creo que sin mi pérdida de la vista, yo hubiera sido historiador o conductor de tranvía. 

LOC: No son cosas afines...

ROD: Verás; como historiador, sabría cómo se habían conducido los pueblos del ayer. Como conductor del tranvía habría conducido parte de mi pueblo; en vez de llevarlo de hazaña en hazaña, lo habría llevado, de calle a calle. 

LOC: ¡Y cualquiera le replica a un conductor de tranvía, eh!

ROD: ¡En secreto te diré, que tampoco a un historiador...!

LOC: Sigamos. ¿Tu primer contacto con la Música, con mayúsculas?

ROD: Mi primer concierto lo escuché a Wanda Landowska. La vocecita gangosa de su viejo instrumento, el clavecín, me produjo una rara felicidad.  La primera ópera que oí fue “Rigoletto”, y mira, ¡me gustó mucho! La segunda ya fue “Tristán e Iseo”, que todavía me gustó más, cosa que no comprendo. 

LOC: Es que en la edad madura no se comprende nunca lo que se sintió de niño. O falta o sobra conocimiento. Pero, falta (yo creo que falta) o sobra algo.

ROD: A partir de los 15 años ya tenía mis estudios completos de piano, y empezó a interesarme la Música de verdad. Mi gran impresión fue Rubinstein, y la Orquesta Sinfónica de Madrid; también el gramófono y la pianola.

LOC: ¿Por qué?

ROD: A los 21 años con una obra de orquesta ya muy madurita. Y ahí terminan, Florentina, infancia y primera juventud. En general, su recuerdo es muy bueno; pero se siente contrariado por no haber trabajado más. Me resentiré siempre, ¡que lo sepan todos los niños!, de no haber trabajado más.

LOC: Curiosa pena la tuya. Y yo no la considero justa porque un chico como tú, ciego, ¿qué más podría haber hecho si a la edad que hoy tienes eres un compositor indiscutiblemente admirado?

ROD: ¡Ah! Y voy a exponer, como final de mis expansiones, una moraleja. No te asustes.

LOC: Díla, díla.

ROD: Debe uno divertirse cuando es niño, cuanto pueda. Pero debe estudiar también, ya que de no hacerlo, tendrá buenos recuerdos, cierto, ¡pero también sus remordimientos...!

LOCUTORA:  Habeis escuchado al ilustre compositor musical Joaquín Rodrigo. Ningún español amante de la música lo desconoce. La Historía de la Música le dedica toda la atención que merece. Para conocer su figura yo os remito al libro que acaba de publicar el gran crítico de música Federico Sopeña. Mil veces le habréis visto por la calle, del brazo de su mujer, la gran pianista y finísima criatura que tanto le ama y ayuda en su noble tarea de arte; en los conciertos, con ella y con su hija Cecilia, mi muy querida amiga: Joaquín Rodrigo, de figura más bien menuda, ágil, agradable; de conversación chispeante y graciosa; cabeza clara, muy mediterránea; y capacidad creadora musical de primera línea, es uno de los más firmes valores españoles contrastados en el extranjero por la crítica más exigente. Os ofrecemos unos compases de su música para que oigais su verdadera voz de artista.  

Dos de los primeras obras compuestos por Joaquín Rodrigo fueron Juglares y La enamorada Junto al pequeño surtidor ambas del año 1923.




Transcription of an interview with Joaquín Rodrigo on Radio Madrid in 1948, With the retro flavour of the journalism of that era.

In search of lost childhoods.
Joaquín Rodrigo’s childhood

JOURNALIST: Good afternoon, dear Maestro. We are very interested in your childhood. You just heard about that of the great painter Vázquez Díaz. Now it’s  yours, as a very admired musician, that we are going to share with the children. We would very much like to have Cecilia, this lovely young lady who is your daughter, take part in the conversation. But, we will do that another day. She will be an active part in a talk we will have with the daughters of great contemporary figures. 

RODRIGO: That’s fine, Florentina. Ask me whatever you like, I will be delighted to answer. 

JOURN: Thank you, Joaquín. When were you born?

ROD: On November 22nd, Saint Cecilia’s day, the patron saint of musicians, in 1902, in Valencia.  My first feeling of pride is due to this circumstance. Years later when we celebrated the day of Saint Cecilia at school, where I was first altar boy at the Chapel, I felt happy and somewhat vain. The exact place of my birth was Sagunto, a historic city if ever there was one. 

JOURN: You bring together a series of marvellous circumstances, Joaquín; as in  storytales, your birth has great signs.  

ROD: It’s true. All children know how the people of Sagunto put up such heroic defense, somewhat like the Greeks and allies of Rome against Hannibal. 

JOURN:  I’d like you to tell me about your first memories...

ROD: They’re not so good, Florentina! I had a vision problem, and although I only was about 3 or 4,  I remember very well my temper tantrums when the doctors were treating my eyes. 

JOURN: Did they hurt you?

ROD: I reacted to the doctors' clumsy tricks  with my eyes like a donkey, calling them every name I could think of! 

JOURN: There must be some other memories...

ROD: Yes, of course. The most typical ones are, without a doubt, my long visits to Barcelona, where I would go for treatment by the famous Dr. Barraquer, who didn’t hurt at all! 

JOURN: How marvellous! You spent some delightful time in Barcelona, didn’t you?

ROD: I’ll say. I used to stay at the home of some friends of my father’s whom I found wonderful because they had a multitude of clocks and you could get from the room on the left of the stairway to the room on the right without having to go to go out to the landing. I remember that they only had gas, so the light in the bedrooms was with candles sitting on their holders. 

JOURN:  All those good things!

ROD: Another wonderful thing was that at night the doors in that house were locked with enormous iron bars. I loved that. Finally, every day there were soldiers going by the front door with their horns, drums and music.Truly a delight, Florentina. 

JOURN: I can understand that. Weren’t there any girls with you?

ROD: Two: Lolita and Paquita, of my age. I don’t know what has become of them! They were my first little friends. The truth is I didn’t pay them much attention, since I was determined to become a street car conductor. That was my first  dream.

JOURN: Really? That is surprising to hear from a composer of music.

ROD: Well, it’s true. Although at that time I did like music very much. 

JOURN: How old were you?

ROD: Five or six. I played the drum with skill, and everything I heard impressed me, back then music produced a strange ecstasy in me. I can tell you that I sang very well at that time.

JOURN: I don’t doubt it. Your daughter resembles you in that respect.  How about school, which one did you attend? 

ROD: A big public school, Florentina. I used to have a good time and didn’t study very much.  However, I was the first of the class. To be the first in the class depends more on the others than on you yourself. 

JOURN: You are right, my friend. Why doesn’t everyone realize that?  Instead of envying the number one in all activities, why don’t they think that he wouldn’t be number one if everyone else tried to be so using fairplay? That way, the world, instead of a very small minority of number ones, would be a majority of worthy men all on an equal basis. 

ROD: That’s right. At that time, I began to feel an irresistible inclination towards literature. I think that if I hadn’t lost my sight, I would have been a historian or a street car conductor. 

JOURN: They aren’t related...

ROD: Look; as historian, I would have known what drove people in the past. As a street car conductor I would have driven part of my people, instead of from one feat to another, from one steet to another. 

JOURN: And who dares answer back to a street car conductor?

ROD: 
Nor to a historian, I assure you in secret!

JOURN: Lets continue. Your first contact with music, with a capital M?

ROD: For my first concert I heard Wanda Landowska. The twangy little voice of her old instrument, the harpsichord, produced a rare effect of happiness in me. The first opera I heard was “Rigoletto”, and listen, I liked it a lot. The second was “Tristán and Isolde”, which I liked even more, something I cannot understand. 

JOURN: Once we are mature, we never understand how we felt as children. We either lack or  have an excess of knowledge. But there is something (I believe) lacking or in excess!

ROD: After I was 15 and had completed my piano studies, I began to become interested in real Music.  I was greatly impressed by Rubinstein and the Symphonic Orchestra of Madrid; also by the grammophone and the pianola.

JOURN: Why?

ROD: At the age of 21 with an orchestral work that was quite mature. That was the end of my childhood and early youth, Florentina. In general, my memories are good ones, but I feel annoyed that I didn’t work harder. I want all children to know that  I will always resent not having worked harder. 

JOURN: That’s a strange regret that you have. I don’t think your’re being fair because a boy like you, blind, what more could you have done if at your present age you are a composer that is undeniably admired?

ROD: Oh! I am going to draw a moral, to end my talk. Don’t be frightened!

JOURN: Go ahead, go ahead.

ROD: One should have as much fun as possible as a child. But you must study also, because if you don’t, you will have good memories, it’s true, but you will also have regrets.  

JOURN: You have been listening to the illustrious composer of music, Joaquín Rodrigo, well known to all Spaniards who love music. The History of Music will dedicate to him all the attention he deserves.  To become acquainted with him, I recommend the book which the great music critic, Federico Sopeña, has just published. You have seen him on the street a thousand times arm in arm with his wife, the great pianist and refined soul who loves him so dearly and helps him in his noble artistic task; at concerts, with her and their daughter, Cecilia, my dear friend. Joaquín Rodrigo, with his slight frame, agile, pleasant, a witty and humourous converationalist, with clear ideas, very Mediterranean, and a capacity to create music of the finest order, is one of the most solid names in Spain and beyond our borders where he has been recognized by the most demanding critics. We offer you a few measure of his music so that you can hear his true voice as an artist. 

Two of the first works composed by Joaquín Rodrigo. Juglares and La enamorada junto al pequeño surtidor (1923)










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